Hay sabores que se quedan en la memoria como una canción vieja, una corteza que cruje al partirla, o un olor que llena la cocina antes de llegar a la mesa, un queso que no sabías que lo estaba esperando… hasta que lo pruebas.
Y de pronto, un día, sin previo aviso el médico te dice que no, que la lactosa te sienta mal. Que ese queso que tanto te gustaba, mejor lo apartas. Que hay cosas que ya no podrás comer igual. Que ahora toca leer etiquetas, buscar alternativas, explicar en la cena de Navidad por qué no pruebas ese queso que tanto te gustaba. Y tú asientes, claro, porque la salud es la salud. Pero por dentro… por dentro algo se apaga.
Hoy vengo a decirte que no tiene por qué ser así. Que en este mundo rural, donde el sabor tiene memoria y los procesos tienen alma, hay maneras de reencontrarse con lo que creías perdido. Y una de ellas se llama queso sin lactosa. Pero no ese de bolsa que sabe a poco, ni de esa textura insípida que a veces parece más compromiso que placer. No. Te hablo de queso sin lactosa de verdad, hecho con leche cruda de oveja, con maduración lenta y con ese respeto que solo se tiene cuando uno ama lo que hace. El tipo de queso que, si lo muerdes con los ojos cerrados, te lleva directo a la bodega de tu infancia. Ese que no necesita justificar nada, porque se defiende solo.
A veces, basta un bocado para volver a casa, para sentir que puedes estar en la mesa con todos, sin explicar nada, sin renunciar a nada, sin mirar el plato de reojo. El queso sin lactosa bien hecho no es un apaño, es una oportunidad. La oportunidad de recuperar algo que el cuerpo parecía haber olvidado, pero que el alma no ha dejado de buscar.
Y es que el queso, ese que se curte con el tiempo, ese que no se fuerza ni se acelera, pierde la lactosa de forma natural gracias a su proceso de curación, no es algo 100% exacto, eso es verdad, pero esto ya podría devolver el queso a muchas casas y abrir la puerta para muchas personas. Cuanto más curado sea el queso debería de tener menos lactosa pudiendo llegar a desaparecer por completo.
Sin embargo he de decir que en Queseria La Antigua nos gusta hacer bien las cosas, pero bien de verdad, y por ello tenemos una gama especifica sin lactosa, para que no haya dudas, eso sí, sin comprometer el sabor del propio queso y que realmente esté bueno de verdad. Y no por moda, no por obligación, sino por compromiso con las personas y que el queso las pueda seguir emocionando.
Si tú también pensabas que el queso ya no era para ti, aquí estamos. Para decirte que sí. Que puedes, hay una manera, no todo está perdido. Porque el queso también es abrazo, también es memoria, también es hogar.
Y porque en Zamora, entre campos de ovejas y olor a bodega, seguimos creyendo que la comida tiene que hacernos bien, al cuerpo, al alma, a la historia que llevamos dentro y que a veces (solo a veces) empieza por una loncha de queso.
En Quesería La Antigua creemos que el queso debe disfrutarse sin renuncias. Por eso, hemos desarrollado una gama especial sin lactosa que mantiene todo el sabor, la textura y la esencia de nuestros quesos de siempre, pensada para quienes no toleran la lactosa pero no quieren renunciar al placer de un buen queso de oveja.
Nuestra gama se compone de cuatro referencias cuidadosamente elaboradas.
Empezamos por el queso de oveja tierno sin lactosa, de textura suave y sabor delicado, perfecto para todos los públicos. Su versión con un toque especial, el queso de oveja tierno con pimienta rosa sin lactosa, combina la cremosidad del queso con el aroma floral y ligeramente picante de esta especia tan especial. Ambos están elaborados con leche pasteurizada, lo que los hace aptos para mujeres embarazadas, sin perder un ápice de autenticidad.
Para los paladares que buscan intensidad, ofrecemos el queso curado de oveja sin lactosa, con una maduración que aporta carácter, y el queso añejo de oveja sin lactosa, elaborado con leche cruda y una curación prolongada que realza los matices profundos y complejos de la leche de oveja.
Esta gama nace de nuestro compromiso con la inclusión, la calidad y el sabor. Porque todos merecemos disfrutar del queso, y más aún si es de La Antigua.
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